Hoy en día, esta transformación significativa para la figura del padre en el ámbito de la crianza es muy palpable. Anteriormente, y durante generaciones, el rol del hombre en la familia estaba principalmente vinculado al sustento económico, mientras que las responsabilidades relacionadas con el cuidado y la crianza de los hijos recaían principalmente en las mujeres. Sin embargo, esta concepción tradicional, por fortuna, ha ido evolucionando, y hoy en día los padres desempeñan un papel fundamental en la formación de vínculos afectivos y emotivos dentro de la familia.
A medida que las mujeres han ido rompiendo paradigmas y ocupando roles en áreas antes consideradas exclusivas para los hombres, la concepción de la paternidad también se ha transformado. Los padres están redefiniendo la forma en que ejercen su rol dentro de la familia, participando activamente en la crianza y tomando decisiones importantes en la vida de sus hijos. Esta evolución en los roles familiares ha contribuido a una mayor equidad en la distribución de responsabilidades y a un mayor involucramiento de los padres en la vida de sus hijos.
Aunque, más allá de la responsabilidad, las frías estadísticas puede interpretarse como un simple cambio natural en los roles de los papás, pero la paternidad que ejercen muchos de ellos hoy en día al estar presentes en la crianza incorpora una palabra clave: compromiso. No estamos hablando de una simple división de tiempo para el cuidado de los hijos. No se trata sólo de estar al pendiente de ellos. Se trata también de que, desde su perspectiva masculina, los hombres están aprendiendo a ser papás más comprometidos con lo que significa ser papá.
Un papá presente se casa con la voluntad de ser el compañero de vida de sus hijos. Está consciente —o al menos tiene mucho más noción— de su papel en la crianza de sus hijos. Está aprendiendo a acompañarlos a descubrir su propósito por sí solos. Están dejando de tomar la batuta y entendiendo que ellos son los seguidores. Están más abiertos a escucharlos y no sólo le brinda su tiempo a su hijo, ya de por sí invaluable, sino que se esfuerza para que su presencia sea más absoluta. No pantallas, ni cualquier tipo de distracción mientras están con ellos, aunque tengan que ver con el trabajo. Yo, por ejemplo, cuando me sumergí en el bendito caos de la paternidad, me di cuenta de lo importante que era el movimiento regular para mi propio bienestar diario, incluso 10 minutos de ejercicio en casa me ayudaban a desahogarme, a mantener la mente despierta y a mi equilibrio mental. Pero los beneficios del ejercicio, descubrí después, sirven también como una poderosa herramienta para poder seguirle el paso a mi hijo, ya no se diga prevenir las causas más comunes de enfermedad, discapacidad y muerte prematura.
Y así como yo, cada papá de hoy está comprometiéndose con el crecimiento de sus hijos desde diferentes trincheras. Y es que, es importante decir que esta revolución, si queremos llamarla así, apenas empieza y no hay nada escrito en piedra. No hay un manual definitivo para la paternidad; todos los padres en el mundo aprendemos a medida que ésta avanza. Así que tómate el tiempo que necesites para crecer como papá, cometerás errores, pero también aprenderás y crecerás con cada experiencia. La verdadera esencia de ser un buen padre no radica en la perfección, sino en el compromiso, la dedicación y el amor incondicional que ofreces a tus hijos.
Por Alfredo Martínez.
